En la vida, siempre existen planes a corto y largo plazos. En el primer caso se trata de algo que quieres realizar lo más pronto posible, mientras que en el segundo, la mirada va más allá, se trata de algo que debes planear cómo conseguir.
En las deudas pasa algo similar. Las de corto plazo las puedes pagar rápido sin mucho grado de dificultad, mientras que las de largo son de mayor monto y tardan años en ser saldadas, por lo que antes de adquirirlas, planeas hasta más pequeño detalle.
Las deudas de largo plazo son montos significativos que te costaría años acumularlos, por lo cual, pides un préstamo y te comprometes a pagar puntualmente por un número determinado de año.
Estos son algunos ejemplos de deudas de largo plazo
El ejemplo más claro de deuda de largo plazo para una familia es un crédito hipotecario, pues su pago puede llevar de 10 a 15 o hasta 30 años, dependiendo de la capacidad de pago y de la institución financiera que lo conceda.
En México, son pocas las personas que se pueden dar el lujo de adquirir una vivienda de contado, por lo cual, lo más común es que se acerquen a un banco para solicitar un préstamo y poder adquirirla.
Para esto, el titular del crédito dará un enganche por la casa, que suele ser de entre 10 y 15 por ciento del valor de la vivienda.
Con eso como garantía, la institución financiera dará el monto para adquirir la propiedad, estableciendo una serie de pagos mensuales, los cuales pueden ser fijos o dinámicos, es decir, con aumentos progresivamente.
Diferencias entre deuda a corto y largo plazo
En términos sencillos la diferencia entre una deuda a largo plazo y una corto plazo tienen una única característica: el tiempo. Por lo general las primeras son créditos hipotecarios y las de corto sólo préstamos.
¡Aguas con los intereses!
Ten en cuenta que ningún préstamo es gratuito, y aunque los créditos a largo plazo suelen tener las tasas de interés más bajas del mercado, en realidad pagas más, pues tardas más años en saldar por completo.
Por ejemplo, supongamos que adquieres un crédito de un millón de pesos por 20 años a una tasas de interés anual de 10 por ciento por ciento.
Lo anterior significa que entre las mensualidades que abonas al banco, tendrás que cubrir esa tasa anual que equivale a 100 mil pesos cada año. Es decir, por 20 años de la vida del crédito pagarás 2 millones de pesos adicionales.
Para que quede aún más claro, la institución financiera te prestó un millón de pesos, pero al cabo de 20 años le habrás regresado 3 millones.
Lo anterior es el costo de no poder reunir un millón de pesos y recurrir a una deuda de largo plazo para amortiguar el impacto.
¿Me conviene una deuda de largo plazo?
El que termines pagando mucho más de lo solicitado originalmente, no siempre debe ser un factor que te lleve a decidir no contratar una deuda de largo plazo, pues en muchas ocasiones es la única manera que tenemos para comprar algo costoso como una casa.
Tal vez, ahorrar por tu cuenta para comprar una vivienda te pueda llevar entre 10 y 20 años, lo que significa que hasta ese momento tendrás que vivir en una casa rentada o con algún familiar.
En cambio, una vez que reunas cierta cantidad para el enganche, puedes acudir con el banco y en uno o dos meses estar vivienda en un inmueble de tu propiedad, siempre y cuando seas puntual en tus pagos.
Sí, la realidad es que pagarás mucho más de lo que te prestaron, pero también tendrás los que anhelas (no necesariamente una casa) en un tiempo mucho más corto.
¿En qué me fijo antes de contratar una deuda de largo plazo?
No existe una fórmula científica para decirte cuál es el mejor préstamo de largo plazo, pero sí hay factores en los que puedes poner atención para tomar la mejor determinación y no se vean afectadas tus finanzas personales.
Lo primero que te debes fijar es que la institución financiera a la que te acercarás sea seria y con un largo historial.
Posteriormente es necesario no sólo ver la tasa de interés, sino también que el Costo Anual Total (CAT) sea bajo, es decir debajo del 15 por ciento.
Y algo muy importante es asegurarse que la tasa de interés sea congelada, es decir, que no sea variable porque corres el riesgo de que se incremente y no puedas pagar las mensualidades.
Recuerda que una deuda de largo plazo es una buena alternativa, pero debes estar seguro que tendrás estabilidad laboral, pues es una deuda que tendrás que afrontar por muchos años, y en caso de que dejes de pagar, perderás el dinero que hayas abonado.