Uno de los principales estigmas con los que deben cargar las mujeres es con la idea equivocada de que no son buenas para los números y, por consiguiente, para el manejo de las finanzas. Sin embargo, deben tener las mismas oportunidades de acceder a cualquier tipo de crédito y, de hecho, tienen mejores índices de pago que los hombres.
Desafortunadamente, la crisis económica derivada de la emergencia por COVID-19 ha recrudecido la situación ya complicada que vivía el sector femenino para acceder a empleos mejor remunerados y por lo tanto tener mejores calificaciones al solicitar créditos, según ha documentado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Otro estigma de género es pensar equivocadamente que los hombres deberían ser los “proveedores” que se encarguen de comprar una casa para su familia. Cuando las mujeres también son bastante activas para buscar mecanismos de financiamiento para poder adquirir una propiedad por ellas mismas. Es por eso que la oferta de créditos hipotecarios en el país es la misma tanto para hombres como para mujeres.
Sin embargo, las mujeres ganan menos, según datos del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit). Debido a que las mujeres suelen ganar menos que los hombres, cotizan con menos frecuencia. De acuerdo con datos del 2020, 60% de los créditos otorgados por el Instituto son para hombres y 34% para mujeres. Esto sumado a que dado que el ingreso de las mujeres es menor que el de los hombres, ahorran un 23% menos en su Subcuenta de Vivienda.
Es por ello que algunos banco e instituciones financieras ofrecen ciertas facilidades de pago cuando una mujer es titular del crédito o funge como coacreditada, no solo por el comportamiento positivo que tienen para saldar sus deudas, sino como medida de compensación para que accedan a este tipo de instrumentos, como recomiendan los organismos internacionales.
Crédito hipotecario
Esta herramienta de financiamiento para adquirir un inmueble también es conocida como crédito de vivienda. Es un préstamo a largo plazo que hace una institución financiera, sea un banco o una Sociedad Financiera de Objeto Múltiple (Sofom), para comprar una casa o un departamento.
Este compromiso está respaldado por la misma propiedad que se está comprando, de modo que si se deja de pagar, el acreedor hipotecario está en su derecho de demandar el pago ante la ley o promover la venta forzosa del inmueble para recuperar el crédito.
Aunque este tipo de deuda implica que en caso de fallar con las mensualidades, se corre el riesgo de perder el inmueble o el monto ahorrado, según las características del instrumento contratado. Así que sin importar si eres hombre o mujer, lo más relevante es dimensionar el tipo de compromiso que vas a adquirir y contar con la información necesaria para elegir el producto que se ajuste mejor a las condiciones económicas del solicitante.
Cuando hablamos de “largo plazo” estamos hablando de 20 años o más y el moroso deberá destinar hasta 30% de sus ingresos, por lo que contar con un trabajo fijo y una fuente de ingreso constante son fundamentales cuando se decide utilizar esta vía para comprar una casa.
Todas estas consideraciones permiten evitar caer en una situación de sobreendeudamiento, pues no se puede dejar de considerar que se siguen teniendo gastos corrientes o de ahorro que no deben perderse de vista, pues muchos de los deudores que se atrasan con su pago mensual de hipoteca no hicieron bien esos cálculos.
Hay que tener claro que comprar un inmueble es una inversión que también nos puede sacar de apuros económicos, así que cuando se ha pagado más del 80% de la hipoteca, algunos acreedores podrán recomendar unificar deudas y te otorgarán un nuevo préstamo teniendo como garantía las escrituras de tu casa.
Sin embargo, ese es un crédito que no puedes ni debes dejar de pagar, pues de lo contrario puedes perder tu patrimonio. Así que hay que hacer bien los cálculos.