Un plan financiero puede ser la mejor medicina de toda salud financiera. Fijándote unas pautas mensuales podrás encontrar la estabilidad entre los ingresos y los gastos que te permita llevar la vida que desees, pero adaptada a tus posibilidades.
Cómo diseñar tu plan financiero
Cada persona es el único conocedor de su situación financiera, así como de sus objetivos de gasto y de gestión de sus recursos. Es por ello que, aunque siempre se puede recurrir a la ayuda de expertos especializados en gestión financiera, siempre serás tú quien tenga la última palabra, puesto que se trata de organizar tu vida.
Si bien es cierto, antes de fijar tu plan financiero, lo más recomendable es tener unos conocimientos sobre finanzas personales. Por esta razón, te vamos a ofrecer unos puntos básicos para tener en cuenta a la hora de elaborar tu planificación:
Define unas metas antes de comenzar
La mejor forma de mantener tu plan es fijándote unas metas realistas y motivadoras que te hagan llegar a tu objetivo sin complicaciones. Esas metas pueden ser con el fin de cubrir los gastos del día a día, para pagar deudas, para poder permitirte unas lujosas vacaciones o para obtener un ahorro con la intención de invertirlo.
Conoce tus ingresos y gastos y cíñete a ellos
Para tener en cuenta los ingresos, es muy importante no enfocarse en el bruto obtenido, sino que siempre hay que tener en cuenta los impuestos y retenciones que se realizan sobre tu salario. Esto puede provocar grandes desajustes en tu plan financiero si no se imputa de la manera correcta.
En cuanto a los gastos, haz un análisis profundo de en qué se va tu dinero mensualmente. Puedes aprovechar el histórico de las operaciones de tu tarjeta para conocer mejor el tipo de gastos que realizas.
Aplica la regla del 50/30/20
Esta ley nos dice que, de tus ingresos, destina el 50% a tus gastos básicos (hipoteca, alimentación o seguros), el 30% a tus gastos personales y el 20% para tus ahorros. Este último tanto por ciento te servirá para construir tu fondo de emergencia.
Revisa periódicamente tus metas
La vida no es constante y siempre tratamos de superarnos. Por ello, ante factores como la llegada de un nuevo hijo, la compra de un piso, el despido de un empleo… hay que hacer una revisión de los objetivos de tu plan financiero para adecuarlo a las nuevas situaciones.
No te olvides del fondo de emergencia
El ahorro que te permite la regla del 50/30/20 se puede destinar a construir un fondo de emergencia, que es aquel colchón de dinero que te permitirá afrontar futuros imprevistos sin necesidad de endeudarte.
En definitiva, el fondo de emergencia consta de lo que tú vayas ahorrando con el tiempo, pero para construir este fondo también hay que seguir un plan. No se debe ahorrar más de lo necesario, ni tampoco recurrir a este colchón ante cualquier imprevisto, por mínimo que sea. Será mejor que pienses en qué quieres destinar ese dinero a largo plazo o en qué crees que lo podrías necesitar.
Por otra parte, tener este fondo de emergencia te ayudará a dormir mejor y a alcanzar la deseada felicidad financiera. Podrás sentir que tu familia puede estar a salvo con el dinero que tienes ahorrado y que sólo emplearás en caso de emergencia.
La cuantía del fondo de emergencia dependerá de tus circunstancias familiares y profesionales, dado que no es lo mismo tener hijos a tu cargo o tener un contrato de trabajo temporal. Además, cada uno sabe cuál es el nivel de vida que quiere seguir y cuánto dinero ahorrado le reportará esa seguridad que se busca con este fondo.
Si te has fijado una meta cuantitativa, puede que llegue un momento que alcances esa cantidad ahorrada. Sin embargo, te animamos a que, siempre que puedas, intentes agrandar ese fondo de emergencia, puesto que reportará una mayor seguridad financiera.